lunes, 29 de abril de 2013

MI VERDADERO CAMINO

Un día en el noviciado

El Hno. Daniel Bae
            El 24 de agosto del año pasado, día de S. Bartolomé, iniciábamos el noviciado con la toma del hábito cuatro novicios de muy variadas procedencias. Han transcurrido seis meses desde nuestra llegada a esta casa de formación.
            Estamos en el monasterio del Desierto de las Palmas, en donde la montaña surge con poder frente al mar Mediterráneo. Nos rodea la naturaleza y el silencio. Este sitio nos ayuda mucho porque nos distancia de lo mundano;  es una oportunidad para encontrar a Dios y la paz interior en esta etapa tan importante de nuestro camino formativo en el Carmelo Descalzo.            Quiero presentarles una exposición concisa de un día de noviciado (de la mañana a la noche). Nos levantamos cuando suena la campana, a las 6:50h. A las 7:20h. se inicia la oración de la mañana con el rezo de laudes y, después de un tiempo de oración, participamos en  la Eucaristía. Después de la Misa, desayunamos y preparamos la clase que comienza a las diez. Normalmente tenemos dos clases al día sobre temas específicos de formación religiosa y carmelitana. Un día a la semana tenemos clase de música.            La mañana concluye con el rezo de la Hora intermedia y el examen de conciencia antes de ir al refectorio para la comida. Después de la comida tenemos un tiempo de recreación comunitaria.            Por la tarde, dos días en semana, trabajamos en el huerto del Desierto, principalmente recogiendo fruta. Otros dos días tenemos paseo, y el resto de las tardes son de estudio en la habitación.            A partir de las 19:45h. hacemos oración comunitaria y rezamos las vísperas. Después de rezar, cenamos a las 21:00h., y a continuación tenemos la recreación de la comunidad. A las 10:15 h. terminamos la jornada con el rezo de completas.            Todos los días tenemos muchas cosas que hacer en el noviciado. Poco a poco me he acostumbrado al horario del mismo.                Como he dicho, el día en el noviciado consiste fundamentalmente en tres cosas: oración, estudio y trabajo. La oración es la más importante de todas. Rezamos juntos varias veces al día y hacemos oración personal. En la oración buscamos, sobre todo, la voluntad de Dios y, como decía santa Teresa de Jesús, hacer compañía al Señor, pues es nuestro amigo verdadero.            En las dos horas de clase profundizamos en las exigencias de la vida religiosa y del carisma, en la historia, en la espiritualidad del Carmelo Descalzo, y en  lo que necesitamos para  ser buenos carmelitas teresianos.            Con el trabajo aprendemos a colaborar juntos, a servir a la comunidad y, por otro lado, ejercitarnos en las virtudes teresianas, incluidas la paciencia, la obediencia… etc.            El noviciado es comparable a la niñez. Como los niños aprenden poco a poco las cosas que necesitan para vivir, también los novicios se preparan  para ser auténticos carmelitas descalzos.             Antes de empezar el noviciado algunos frailes me dijeron: “el noviciado es un don de Dios y el tiempo en que se inicia una andadura especial hacia el encuentro con el Señor¨.  He pensado mucho en ella y ahora creo que es cierto y, aunque todavía me queda por madurar y aprender en los seis meses restantes, no tengo duda que si cada día me entrego fielmente a la vida del noviciado, al final llegaré a ser un buen religioso.
            Estamos en el monasterio del Desierto de las Palmas, en donde la montaña surge con poder frente al mar Mediterráneo. Nos rodea la naturaleza y el silencio. Este sitio nos ayuda mucho porque nos distancia de lo mundano;  es una oportunidad para encontrar a Dios y la paz interior en esta etapa tan importante de nuestro camino formativo en el Carmelo Descalzo.            Quiero presentarles una exposición concisa de un día de noviciado (de la mañana a la noche). Nos levantamos cuando suena la campana, a las 6:50h. A las 7:20h. se inicia la oración de la mañana con el rezo de laudes y, después de un tiempo de oración, participamos en  la Eucaristía. Después de la Misa, desayunamos y preparamos la clase que comienza a las diez. Normalmente tenemos dos clases al día sobre temas específicos de formación religiosa y carmelitana. Un día a la semana tenemos clase de música.            La mañana concluye con el rezo de la Hora intermedia y el examen de conciencia antes de ir al refectorio para la comida. Después de la comida tenemos un tiempo de recreación comunitaria.            Por la tarde, dos días en semana, trabajamos en el huerto del Desierto, principalmente recogiendo fruta. Otros dos días tenemos paseo, y el resto de las tardes son de estudio en la habitación.            A partir de las 19:45h. hacemos oración comunitaria y rezamos las vísperas. Después de rezar, cenamos a las 21:00h., y a continuación tenemos la recreación de la comunidad. A las 10:15 h. terminamos la jornada con el rezo de completas.            Todos los días tenemos muchas cosas que hacer en el noviciado. Poco a poco me he acostumbrado al horario del mismo.                Como he dicho, el día en el noviciado consiste fundamentalmente en tres cosas: oración, estudio y trabajo. La oración es la más importante de todas. Rezamos juntos varias veces al día y hacemos oración personal. En la oración buscamos, sobre todo, la voluntad de Dios y, como decía santa Teresa de Jesús, hacer compañía al Señor, pues es nuestro amigo verdadero.            En las dos horas de clase profundizamos en las exigencias de la vida religiosa y del carisma, en la historia, en la espiritualidad del Carmelo Descalzo, y en  lo que necesitamos para  ser buenos carmelitas teresianos.            Con el trabajo aprendemos a colaborar juntos, a servir a la comunidad y, por otro lado, ejercitarnos en las virtudes teresianas, incluidas la paciencia, la obediencia… etc.            El noviciado es comparable a la niñez. Como los niños aprenden poco a poco las cosas que necesitan para vivir, también los novicios se preparan  para ser auténticos carmelitas descalzos.             Antes de empezar el noviciado algunos frailes me dijeron: “el noviciado es un don de Dios y el tiempo en que se inicia una andadura especial hacia el encuentro con el Señor¨.  He pensado mucho en ella y ahora creo que es cierto y, aunque todavía me queda por madurar y aprender en los seis meses restantes, no tengo duda que si cada día me entrego fielmente a la vida del noviciado, al final llegaré a ser un buen religioso.

Daniel Bae (Novicio)


Mi conversión y vocación 
al Carmelo Descalzo
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José J. a la derecha, con el Superior de Granada
Me llamo José Juan palomo, de Salamanca, tengo 19 años y soy postulante Carmelita Descalzo.
La historia de mi vocación es paralela a la historia de mi “conversión”, que sucedió hace menos de dos años. Yo creía en Dios y me consideraba cristiano, pero eso no tenía ninguna importancia práctica para mí, debido a que mi mundo se reducía a mí. Yo era mi propio dios, un falso dios que no me rescataba de mi hastío por la vida. Quería vivir sin arriesgarme a sufrir, y mi máxima esperanza estaba en vencer esa soledad extrema con el afecto de una chica, que en realidad no era más que un medio para paliar esa desazón existencial.
Misteriosamente, Dios apareció en mi vida. No fue de una forma espectacular ni repentina, sino silenciosamente, como la primavera se impone al invierno. El frío egoísmo no pudo contener el amor infinito que interpelaba a mi corazón a amarlo, y me vi invadido.
Todo se transformó, y Dios empezó a tener cada vez más protagonismo.
Todo esto se produjo en el invierno de 2012, cuando estaba en 2º de Bach., y la idea de entregarme a Dios en la vida religiosa apareció por esas fechas. Mientras esta vocación se iba asentando, mi enamoramiento por esa chica se intensificaba y esa tensión se resolvió cuando esa chica me rechazó unos días antes de selectividad. El dolor por el rechazo duró poco, porque en el fondo de mi corazón deseaba ser religioso y me sentía llamado de una forma clara a entregarme a Dios completamente.
Ese deseo se había concretado en un principio en la Orden franciscana, a causa de San Francisco, y contacté con ellos. Viajé a Polonia en agosto a un encuentro europeo de jóvenes franciscanos y vi claro que ese no era mi camino, debido a que me sentía llamado a una vida contemplativa.

Mi vocación por el Carmelo Descalzo surgió, al igual que mi conversión, sigilosamente. Sin saber por qué, ya al principio de ese verano me vi buscando cosas del Carmelo Descalzo por internet.
También leí la biografía de San Juan de la Cruz que escribió Jose María Javierre y me compré la subida al Monte Carmelo. La llamada al Carmelo empezó a mostrarse ya como la auténtica y de forma más o menos clara durante el encuentro de Polonia, cuando comprendí que mi vida estaba llamada a recorrer las sendas de la oración teresiana.
Empecé la carrera de Filosofía con la conciencia de que, con toda seguridad, iba a dejarla (y cuanto antes mejor). Mientras tanto empecé a ir al convento de Salamanca a misa por la mañana para ver a Carmelitas de carne y hueso (no es broma). En noviembre me atreví a dar el paso y llamé al timbre del convento bastante nervioso, porque no conocía a nadie. Le dije a Pascal, el portero, que quería ser Carmelita Descalzo y el hombre se quedó asombrado ante el loco ese que había aparecido como de la nada. Llamó al P. Eusebio, el superior y formador, que iba a celebrar la misa de 1:15, para que hablara conmigo y me remitió a Juanma, al que le di la lata con mi historia (y al que le sigo dando la lata ya que, gracias a Dios, es mi director espiritual y alguien a quien le debo muchísimo).
Juanma me propuso formar parte de Betania, el grupo de jóvenes del convento (espiritualmente hablando, porque hay de todas las edades), en el que encajé muy bien desde el primer momento y en el cual he encontrado un ámbito de libertad y de amor mutuo que me ha ayudado mucho a asentar mi vocación.
En mayo me aceptaron en la orden y, tras pasar la novena del Carmen aquí en Granada, comencé el 20 de septiembre mi andadura en el Carmelo Teresiano.
Como decía Santa Teresita, “todo es gracia” y esa gracia que me ha traído aquí será quien me haga perseverar.
Me encomiendo a vuestras oraciones.

Unidos en Jesús, José Juan Palomo




MI VERDADERO CAMINO  


Me llamo Daniel, soy de Corea del Sur y estoy haciendo el postulantado en Granada desde septiembre de 2011. En la facultad de teología estudio el primer curso de filosofía.
Antes de iniciar el postulantado viví durante un año en la comunidad de Carmelitas Descalzos de Soria para saber lo que es ser Carmelita Descalzo. Tras esa experiencia estoy seguro de que ser Carmelita Descalzo es mi camino y mi vida. Nací en Inchon, tercera ciudad de Corea del sur, al norte del país, el año 1975. mi ciudad está al lado del mar.

Cuando era niño, quería ser militar y también sacerdote porque había una base naval en la ciudad y veía muchos buques de guerra y, además, mi tío era militar. Mi familia es muy Católica. Iba mucho a la iglesia y rezaba en casa con mi familia. La iglesia era como mi segunda casa y también mi colegio. Ingresé en la academia e hice la carrera militar. Un día, cuando ya era capitán de infantería, estando solo en mi oficina, sentí que Dios me llamaba.
En mi corazón oía: ¿Daniel, qué haces aquí? ¿Para ti es importante ser general y ganar mucho dinero? Estas cosas no son importantes. Todas pasarán.

Hablé con diversos religiosos sobre mi vida y, finalmente, después de pensarlo mucho decidí abandonar la carrera militar el año 2008. Me gustaba ser religioso. Quería ser fraile en otro país para trabajar en diversos campos pues en Corea los conventos son más cerrados y apenas tienen apostolado.

Después de salirme de militar viajé a varios países de Europa durante dos meses para buscar mi vocación. Al final llegué a España. Comencé a estudiar español en salamanca y, al año siguiente, empecé a buscar mi camino. Pero no lo encontraba. Muchas veces me preguntaba a mi mismo ¿dónde está mi camino y adónde voy? En aquel tiempo estaba muy confundido, era época de cerrada noche oscura. En Junio de 2010 visité Lisieux para suplicar a Santa Teresita que me ayudara. Me gusta esta santa. recé a Santa Teresita para pedirle ayuda y le dije: “Quiero saber sobre mi vida y también ser un buen fraile. no encuentro mi camino. no sé buscarlo.” “¿dónde están mi vida y mi camino?” recé mucho tiempo y participé en la misa de la Catedral de Lisieux, después volví a España. Todo el día y toda la noche rezaba a la Virgen maría para encontrar mi camino. Al día siguiente parecía que la Virgen me había ayudado a encontrar mi camino: quiero ser Carmelita Descalzo. recé mucho a la Virgen María para agradecerle.

Pasados unos días, apoyado por las Carmelitas Descalzas de Burgos, pude hacer una experiencia vocacional en los Carmelitas Descalzos de Soria, viví unos días con ellos y, ciertamente, comprendí que esa vida era mi vida, ese camino era mi camino.

Pasado el verano, en septiembre de 2010, comencé el aspirantado en dicha comunidad. ¡gracias Dios mío, por llamarme; gracias Virgen del Carmen por iluminarme y, gracias Sta. Teresita, por ayudarme.

Todavía no sé mucho sobre los Carmelitas Descalzos, pero seguro que después del postulantado y del noviciado conoceré mucho más; luego, espero ser un buen religioso como mis hermanos Carmelitas Descalzos, porque, así lo siento, Dios no está lejos de mí sino que está muy cerca de. también la Virgen del Carmen y los santos de Carmelo están siempre conmigo y escuchan mis oraciones.

DANIEL (Postulante)


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