jueves, 27 de junio de 2013

ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ


REFLEXIÓN

En la Eucaristía tenemos la presencia más segura, plena y eficaz de Cristo, cuya venida a este mundo y su permanencia en el Sacramento tiene como objetivo primordial llevarnos a reconocer que somos partícipes de la divina naturaleza, a que disfrutemos de esta realidad y a que cada día nos sintamos más inmersos en la vida íntima de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que ya viven en nosotros, pero que se nos dan de manera singular en la comunión eucarística.


Cuando yo veo una majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la Hostia, es así que después acá a mí me admira sabiduría tan grande, y no sé cómo me da el Señor ánimo ni esfuerzo para llegarme a El; si El, que me ha hecho tan grandes mercedes y hace, no me le diese» (V 38, 21).