jueves, 23 de mayo de 2013

PAN DE VIDA

JESÚS NO DICE:
+ "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre" (Jn 6, 51).

 
+ El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo" (Jn 6, 51).





PARA REFLEXIONAR

 “Se arrodillan ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos y arrojan sus coronas delante del trono ”(Ap. 4, 10)

          Debemos inclinarnos, arrodillarnos, postrarnos ante Él, pero no sólo con el gesto físico que debemos hacer, sino verdaderamente en actitud de HUMILDAD ,de quitarnos nuestras coronas de orgullo, de engreimiento, de independencia ante Dios. Quitarnos el hábito de estar continuamente tratando de disponerle a Él. 

           Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia de nuestra dependencia de Él y de la consecuencia lógica de esa dependencia: entregarnos a Él y a su Voluntad. No tener voluntad propia, sino adherir nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. 
          
           Tenemos libertad para escoger, pero ser libres no es hacer lo que queramos. Ser libres es escoger libremente a Dios y su Voluntad. Ser libres es ir descubriendo la Voluntad de Dios en la oración.
          Es la adoración al Señor lo que nos hará libres, porque al adorar estamos en la Verdad: nos reconocemos creaturas, es decir, hechura de Dios, dependientes de Él. Reconocemos que no nos valemos por nosotros mismos (si cada latido de nuestro corazón depende de Él, ¿de qué podemos presumir?) 

          En la adoración nos encontramos con Dios y nos reconocemos sus creaturas, dependientes de Él, nuestro Padre y Creador, nuestro principio y nuestro fin. 
          La oración nos va develando la verdad, sobre todo la verdad sobre nosotros mismos: nos muestra cómo somos realmente, cómo somos a los ojos de Dios. 







Adorado seas, Jesús, Cordero de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
Dios oculto en el Santísimo Sacramento del altar.
 Adorado seas en la eternidad, en el seno de Dios Padre;
Adorado seas en el tiempo, en el seno de la Virgen Madre; Adorado seas, en el tiempo de la Iglesia, en su seno, el altar Eucarístico.
Adorado seas, Jesús, en el tiempo y en la eternidad.
AMEN