María y el Carmelo Descalzo




“FLOR DEL CARMELO,
VIÑA FLORIDA,
ESPLENDOR DEL CIELO,
VIRGEN FECUNDA Y SINGULAR
¡OH, MADRE TIERNA!  INTACTA DE HOMBRE, 
A LOS CARMELITAS PROTEJA TU NOMBRE
Y DA VOCACIONES ESTRELLA DEL MAR”.




"Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella, al discípulo que él amaba, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Después dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre".
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa".      (Jn 19, 26-27)
             
 Decir Carmelo es decir María". Con Ella se viven los misterios de la Encarnación hasta la Pascua y así la vida es estos conventos teresianos tiene en ellos su eje, su origen y su meta. El silencio de María, su trabajo humilde, su simplicidad de vida, su servicio, su contemplación continua del Señor, marcan el camino y hacen que "a Dios se le encuentre lo mismo en la colada que en la oración".

              La presencia de la Virgen en nuestras comunidades acrecienta el sentido de "familia", por la constante y común referencia a la Virgen como presencia materna en medio de sus hijos e hijas; la dedicación a su amor y a su culto, como especial consagración, determina la intensidad del culto mariano, dentro de la más pura tradición litúrgica y espiritual de la Iglesia, renovada actualmente por las orientaciones del Concilio Vaticano II

             Hemos entrado en la tierra del Carmelo para comer su fruto, y lo mejor de ella. Como la Nueva Eva, la Virgen Inmaculada por el árbol de la cruz nos da el fruto bendito de Paraíso, que es el Corazón Eucarístico de su Hijo y os preparare lugar, lejos del mundo y la ilusión efímera, donde, con los ojos fijos en Jesús, nuestro espíritu puede elevarse a las cosas eternas y lo que Él dice.

               Ella nos introduce en este jardín de las delicias de vivir en comunión con la Santísima Trinidad para que participen en la eliminación de la naturaleza divina. Estamos, pues, totalmente consagrada a la Santísima Virgen María, y mirar a todos nos llevan a un amor filial hacia ella.

               Así, vestido con su hábito sagrado, con su escapulario como un signo de su alianza con nosotros, se forman a través de él por el Espíritu, a la imagen de Cristo, nuestro Esposo.Como se acostumbra a decir Carmelo es todo de María. Es verdad, vida, dulzura y esperanza nuestra.

               Ella es nuestra hermana, nuestra querida, la inmaculada sólo el amor de nuestros corazones, nuestra Reina y Madre nuestra Virgen nos da su carisma. Nos sentimos impulsados ​​por el amor a imitar su vida de oración, humilde y escondida, y para actuar en su misión de guiar a las almas a su Hijo Jesús.

MARÍA, MODELO DE:

  • Oración.
  • María es la Virgen en escucha atenta de la Palabra que, haciendo de ella el polo orientador de su existencia, nos enseña a vivir en obsequio de Jesucristo, haciendo la voluntad del Padre. Es la Virgen que acogió la Palabra de Dios, fue fiel y entró en relación de comunión con Dios, hasta dedicarse completamente a Él. Ella, que vivió totalmente vuelta a Dios, nos ayuda a ver y a amar la realidad con los ojos y el corazón de Dios.

  • Fraternidad. María, humilde Sierva de Yahvéh, es también nuestra Hermana porque, humana y frágil, acoge y vive en medio de su pueblo la Palabra de Dios y participa en la comunidad humana y apostólica. Ella, de la estirpe de Adán, es la que está unida con todos los hombres que necesitan la salvación. Ella es la hija de Sión, que está entre los pobres y humildes del Señor, que confiadamente esperan recibir la salvación de Dios. La fraternidad carmelita es semejante a la nueva comunidad de Jerusalén, donde hermanos y hermanas, junto a María, escuchan al Espíritu, aguardan la venida del Señor y son llamados al servicio de los demás. Con Ella el carmelita aprende a hacer de su vida espejo de la Belleza de Dios, modelo del propio camino.

  • Diaconía o servicio en medio del pueblo. María, Profeta-Testigo, es la mujer liberada y liberadora, la que por su compromiso engendró al Verbo de Dios. En María el carmelita advierte un estilo de vida que revela a Dios como el Absoluto de la propia vida, para llevar a cabo la fidelidad a la misión, expresada en el discernimiento para leer los signos de los tiempos y vivir fiel a Dios y a los hermanos, en solidaridad con los más pobres, llevando un estilo de vida que sea testimonio de autenticidad profética.






No hay comentarios:

Publicar un comentario