Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo
tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros
estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues
está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen
buen hospedaje.