jueves, 27 de junio de 2013

ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ


REFLEXIÓN

En la Eucaristía tenemos la presencia más segura, plena y eficaz de Cristo, cuya venida a este mundo y su permanencia en el Sacramento tiene como objetivo primordial llevarnos a reconocer que somos partícipes de la divina naturaleza, a que disfrutemos de esta realidad y a que cada día nos sintamos más inmersos en la vida íntima de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que ya viven en nosotros, pero que se nos dan de manera singular en la comunión eucarística.


Cuando yo veo una majestad tan grande disimulada en cosa tan poca como es la Hostia, es así que después acá a mí me admira sabiduría tan grande, y no sé cómo me da el Señor ánimo ni esfuerzo para llegarme a El; si El, que me ha hecho tan grandes mercedes y hace, no me le diese» (V 38, 21).







miércoles, 5 de junio de 2013

¡OH REGALADA LLAGA!


ES EL AMOR...


 


 

 

 

 


AMOR ME PIDES, DIOS MÍO, Y AMOR ME DAS 

  
AL AMOR DE LOS AMORES JESÚS SACRAMENTADO
ORACIÓN DE SANTA TERESA DE LISIEUX
 
 

Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.

Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.






**********************************

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.
(Ap 3,20)

  


              Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aún cuando no estás escuchando, aún cuando dudes que pudiera ser yo, ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta, hasta la más pequeña sugerencia de invitación que Me permita entrar.

             Y quiero que sepas que cada vez que me invitas. Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de Mí Espíritu. Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión. Un amor tan grande como el amor que he recibido de Mi Padre  Vengo deseando consolarte y darte fuerza, levantarte y vendar todas tus heridas. Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. Vengo con Mi poder, que me permite cargarte a ti: con Mi gracia, para tocar tu corazón y transformar tu vida. Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma.

               Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Te he seguido a través de los años y siempre te he amado, hasta en tus extravíos. Conozco cada uno de tus problemas. Conozco tus necesidades y tus preocupaciones y, si, conozco todos tus pecados. Pero te digo de nuevo que Te amo, no por lo que has hecho o dejado de hacer, Te amo por ti, por la belleza y la dignidad que mi Padre te dio al crearte a Su propia imagen. Es una dignidad que muchas veces has olvidado, una belleza que has empañado por el pecado. Pero te amo como eres y he derramado Mi Sangre para rescatarte. Si sólo me lo pides con fe, Mi gracia tocará todo lo que necesita ser cambiado en tu vida.